domingo, 4 de noviembre de 2012

Time.

Los deseos nunca habían sido de importancia para él. Jamás se detuvo a imaginar siquiera un instante que podría llegar a desear en su vida. Tenía objetivos y sueños, pero no deseos. Desear es peligroso. Algunos deseos pueden desencadenar en hechos desafortunados, por eso, tal vez, nunca se animó a desear. Pero esa noche, si que deseó algo. Lo deseó casi sin pensarlo. Es más, no le hizo falta imaginar, simplemente lo sintió. Él deseó ganarle al tiempo. Detenerlo, retrocederlo, para estar un rato más a su lado; que el reloj no corra, que la noche sea infinita y que no se separen nunca más.

Lamentablemente no lo logró, pero sólo el hecho de desear, a veces, es agradable.

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