Hace poco me sorprendió cruzarme a unos 5 o 6 africanos en tres cuadras de caminata por el centro de La Plata. Eran de esos que venden anillos que, a simple vista, parecen de buena calidad. Dudé sobre el origen de tales joyas, pero más aún, dudé sobre la procedencia de aquellos individuos.
Me pregunté de qué país provenían. ¿Cuál fue la desgracia que los trajo a estas tierras? Algunos parecían provenir de Kenia, por sus físicos atléticos, otros, parecían venir de Ruanda, por su mirada triste y perdida producto de la guerra, y los demás, tenían en su cara, la desesperación típica de un pueblo sufrido como el de Somalía. En fin, ¿cuál es la diferencia entres los países si su destino los obliga a vender anillos en la calles de otro país?
¿Quién los trajo?¿Bajo que condición?¿Con qué objetivos?. Preguntan superficiales. Me puse a analizar más profundamente y me pregunté: ¿Qué sentirán?¿En qué pensarán al dormir?¿Qué soñarán?¿Y sus padres?¿Y sus hermanos?¿Tendrán hijos?¿Y sus amigos?¿Y sus amores?¿Y sus sueños?.¿Volverán algún día?
Pronto voy a tener las respuestas.
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