domingo, 4 de diciembre de 2011

Deudas.

 Uno a veces no deja de preguntarse sobre ciertas acciones de las personas. Personas que cambian de un instante a otro como si fueran invadidas por un trance bipolar pasajero y que además no te brindan las respuestas necesarias para entender el por qué de sus acciones.

  Y ahora, particularmente empiezo a hablar de vos. Si, vos. Una persona que tuvo la capacidad de hacerme sentir en las cuatro estaciones del año. Un ser que tiene en su armario un disfraz para cada momento de la relación y que lo usa sin pudor. ¿Decime, hacía falta este final?

  ¿Cómo se empieza de nuevo cuándo el final no posee momento ni escenario? El re-comienzo se ve forzado y cuando las cosas son forzadas, se hacen sin ganas, sin fuerza, sin voluntad. Y eso te lo debo a vos.

  Desapareciste como se esfuma el humo en el aire. Jugaste a las escondidas como juega Dios con la humanidad. Te llenaste de contradicciones que me confundieron. Fuiste representante de la mentira en su aspecto más ruin. No diste la cara. No te hiciste cargo. Simplemente, desapareciste.

  ¿Y qué hago con el mundo que me hiciste conocer? ¿Qué hago con los sueños que quedaron atrapados en lo más profundo de mi ser? ¿Qué hago con las imágenes que retumban en mi cabeza? ¿Qué hago con las promesas hechas?

Lo sé, no era lo que esperabas ver, sólo tenías que decirlo.

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